El no tan esplendoroso paseo de hoy

Cada mañana se levantaba, la gente le aplaudía, algunos le ayudaban a vestir y otros cuantos le anunciaban lo que debía hacer. Claro que eso de nada servía pues, por derecho directo del mismísimo cielo, él decidía qué se haría tal día y a qué hora. Después de todo, de algo tenía que servir ser el Rey.

Había días llenos de audiencias, de citas con gente que jamás lograba maquillarse como debía. De nobles que codiciaban su lugar, personajes que, de tener oportunidad pondrían alguno que otro veneno en su comida. De bailarines que le envidiaban por falta de gracia y hombría. No era algo inusual, ni mucho menos locura, se podía ver en la mirada de fuego que casi todos tenían.

Pero había días como el de hoy, en el que después del gran show matutino y antes de tomar su segundo desayuno, Louis podía salir a caminar por sus magníficos jardines.

A decir verdad, pasaba mucho tiempo en el jardín de los naranjos. O eso le hacía creer a las personas. Sin embargo, él se había asegurado de que la guía que se entregaba a los que desearan perderse en la totalidad de los jardines del rey no mostrara todo con sinceridad. De modo que, aunque las personas salieran a caminar, jamás se encontrarían con su majestad. Hoy el sol no se dignaba a aparecer, quizá respetaba que ya había salido uno a caminar.

Es probable que el mayor artificio de este magnífico lugar se debiera al paisajista que le había confiscado al infame Fouquette, André le Notre definitivamente era un hombre ingenioso. Aunque eso era algo que jamás le diría a la cara, ya había mucha gente en Versailles con los humos hasta la frente.

Louis sabía que le Notre había hecho que el sistema hidráulico funcionara sólo cuando él anunciaba que pasearía por sus magníficas fuentes. Al Rey jamás debía mentírsele, pero a decir verdad no le molestaba que a los visitantes no les tocara el mismo espectáculo. De todos modos estarían impresionados con la belleza de las preciosas esculturas, las figuras de sus arbustos, y los cientos de flores que jamás hubieran podido imaginar.

Bajo el gris de un nublado cielo, los colores de las plantas salían a relucir. Incluso las hojas más sencillas, como las de los árboles de té, mostraban un verde tan potente que cualquier pintor lloraría al ver una pigmentación tan perfecta.

Louis se paraba a presenciar el delicioso aroma del festival de notas que el jardín le producía cuando un enorme pájaro azul se posó en una rama y le miró a los ojos.

Al acercarse, el animal emprendió vuelo. Él decidió perseguirle. El azulado amigo cambiaba de planta y el regordete humano se le acercaba, pero cada vez que estaba a nada de tocarlo, él intrépidamente se esfumaba. Louis intentó chiflar melodías, pedirle al plumífero que no mostrara cobardía, incluso le ordenó que si se movía una vez más, lo mandaría a la cocina para que alguien lo almorzara ese mismo día.

El precioso ente jamás cedió, cada vez voló más alto y en lo gris se perdió.

Queridxs lectorxs , decidí hacer una dinámica en la que le pedía a personas que comentaran 3 palabras y con ellas les escribiría una historia.

Esta es la primera de ellas, tiene algunos datos verídicos y otros completamente imaginados. Las palabras de este pequeño cuento (azul , jardín y té) fueron seleccionadas por Montse, muchas gracias querida.

Espero que todxs se encuentren bien, y que hayan disfrutado de esta mini lectura. Cuídense mucho xoxo,

Feather Girl.