Salimos en bicicleta de la calle de la casita azul en la que vivimos ese verano.
Tania, mi mejor amiga, Patrice, nuestro padre adoptivo y yo, nos encaminábamos hacia un paseo en ruedas por la bonita ciudad de Toulouse.
Viramos hacia la derecha y nos fuimos cerca de las vías de tren. Recuerdo que pasamos un semáforo y en la siguiente calle nos metimos por un callejón de lo que Patrice nos decía era el campo de juegos de una escuela primaria. El pasto era verde y de gran altura ¿quién podaría los pastos si todos estaban de vacaciones?
El Sol estaba un poco picante pero el viento que atrapábamos con la velocidad nos hacía sentir un poco más frescos. Recuerdo que Patrice hablaba mucho mientras montábamos en las ciclas. Después de unos veinte minutos, tomamos una calle pavimentada y a los pocos metros nos cubrió una frescura deliciosa. Habíamos llegado al Canal du Midi.
En el agua había varios yates rústicos y gente tomando vino rosa en sus terrazas. Los árboles estaban de cada lado del canal y debían medir al menos unos cuatro metros. Con la luz y la sombra del follaje de los árboles flacos y gigantes, la calle se veía como si tuviera un filtro o un lente de cámara que hacía que el lugar pareciera pintura de Renoir.
Al cabo de una media hora Patrice dejó de hablar de la ciudad y Tania y yo estábamos lo suficiente cansadas como para no hacer carreras en el canal. Nosotros habíamos guardado silencio, pero el lugar hablaba por sí mismo.
Recuerdo el sonido de los árboles, 'las golondrinas cantando, sonidos de agua, gente riendo, música atenuada, el sonido de las llantas de las bicicletas en el suelo, las cadenas en constante moción.
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Este escrito sale de un proyecto en el que me preguntaban
por tres recuerdos que atesoro mucho, les comparto uno de ellos.
Espero lo hayan disfrutado,xoxo
Fg